martes, 6 de noviembre de 2018

Fahrenheit 451

                                          El conocimiento y la Ignoranacia



En Fahrenheit 451 del autor Ray Bradbury se describe una sociedad donde la gente se cree feliz,debido a su ignorancia, es decir, se trata de una ciudad donde las personas no piensan, ni opinan, ni discuten:

En primer lugar, la gente vive muy de prisa y no tiene tiempo para detenerse a elaborar la información, ni a detenerse a pensar: "- Piensas demasiado- dijo Montag incomodo.- Casi nunca veo la televisión mural, ni voy a las carreras o a los parques de atracciones. Así, pues, dispongo de muchísimo tiempo para dedicarlo a mis absurdos pensamientos" ( pag 19) . Clarisse McClellan, era una chica a la cual era diferente al resto . En la cita textual anterior vemos como tiene una conversación con Montag acerca de sus pensamientos e ideas.  La educación de la escuela se basa en que los profesores, en lugar de ser personas, son "teleprofes", unas teles donde dicen que tienen que saber sin poder tener la habilidad de preguntar ni opinar sobre un tema particular, algo que a Clarisee no le agrada mucho.

En segundo lugar, la tecnología ocupa mucho espacio en la sociedad y no deja que las personas puedan relacionarse. Las paredes ( televisores que ocupaban un gran espacio) u otros medios de comunicación impiden que las personas puedan ser felices y muestran una realidad que no existe: " Nadie escucha ya. No puedo hablar a las paredes, porque estas están chillándome a mi. No puedo hablar con mi esposa, porque ella escucha a las paredes. Solo quiero a alguien que escuche lo que tengo para decir" ( pag 92).

En tercer lugar, la comunidad conoce un pensamiento único, sin opiniones propios  ni elaboraciones personales. Esto se puede relacionar con el arte, ya que cada uno al ver una obra saca sus propias conclusiones y el significado que le pareced que tiene: " Pero todos dicen lo mismo y nadie tiene una idea original.[....] Solo se trata de colores y dibujos abstractos. Y en los museos.. ¿  ha estado en ellos?. Todo es abstracto". ( pag 40 y 41).

Por lo tanto, la sociedad en Fahrenheit 451 se ve totalmente atrapada en una forma de pensar única. Nadie tiene sus conclusiones y cuando las tienen, desaparecen como Clarisse, son perseguidos como Montag o son exiliados como el grupo de profesores que eran los encargados de re construir la sociedad a través de la memoria.


sábado, 19 de mayo de 2018

El pequeño Oliver


La guerra de 1880 hizo que muchos hombres tuvieran que abandonar sus hogares. En un pueblo de Londres un niño muy pequeño fue dejado por su madre en la puerta de un orfanato porque no tenía recursos para mantenerlo.

Así empezó la miserable vida de Oliver Twist. Vivió ocho años en esa, “casa”.  Parecía un buen lugar al principio, pero luego se convirtió en una cárcel para el pobre chico. Con casi diez años de edad no sólo había sufrido maltratos, sino que nunca había recibido la alimentación que un niño de su edad requería. También lo obligaban a limpiar diariamente cada piso de las habitaciones del horrible lugar donde vivía.  No tenía amigos ni compañeros de cuarto ya que él, solo por el desprecio de los dueños del orfanato, habitaba en un altillo al final de la torre. El joven no comía; con suerte, podía llegar a rescatar alguna de las sobras de los platos que le hacían limpiar. Oliver, con la esperanza de que algo sucedería, hizo algo de lo que jamás se arrepintió.

Una mañana fría de invierno, el niño, que ya desde temprano había estado haciendo los deberes en el orfanato, tuvo una magnífica idea: escaparse de ese horrible lugar. Ya a las nueve en punto, todos estaban dormidos en la ciudad y esta era su oportunidad perfecta para ser libre, aunque no le iba a ser fácil hacerlo ya que lo encerraban en su cuarto con llave todas las noches. Mientras buscaba una manera para escabullirse de ese lugar, recordó que el altillo tenía una diminuta ventana redonda por donde él tomaba aire fresco cuando terminaba temprano sus tareas. Ésta ventana era su única opción. Pero tenía unos dos metros de altura, lo cual no era conveniente para él, dado que estaba muy desnutrido y podía romperse parte de sus huesos. Pero, aun así, era inteligente y con las pocas frazadas que tenía para cubrirse al dormir hizo una soga atando nudo con nudo. Así, ya preparado para la huida, vestido con lo único que llevaba puesto desde que había llegado ( una chaqueta de cuero, que ya casi no le entraba y unas bermudas), agarro su botón de la suerte, el único objeto que tenía para entretenerse, y se lanzó al vacío con el menor ruido posible.

Una vez abajo, Oliver no podía creer lo que estaba sucediendo: besó el suelo con su boca y dio marcha al rumbo de su nueva y desconocida vida. Caminaba contento por las calles de piedra y barro, solo en el medio de la noche, con los puestos de comida de pan cerrados. Tanta felicidad era extraordinaria y llenaba la cara ojerosa del chico.
 Pero a pesar de todo Oliver se hacía algunas preguntas como dónde iba a pasar la noche sin que lo descubrieran. Tenía que ir lo más lejos posible sin dejar huellas. El niño caminaba por un callejón arrastrando sus pies contra el suelo como el cansancio lo consumía, decidió descansar en la entrada de una adorable casa. Oliver, ya sentado contra la puerta azul de este acogedor lugar, se quedó dormido mientras pensaba cómo sería su vida fuera de ese orfanato.

Los ruidos de la ciudad lo despertaron. Muchos hombres y mujeres iban y venían, mientras los niños se entretenían mirando a músicos y acróbatas que caminaban por las calles de pierda. El joven tenía hambre, su estómago hacía ruido y le dolía. El olor del pan recién hecho lo llevó hacia el lugar de donde provenía el aroma y ahí, sin que nadie lo viera, robó por primera vez.

Salió corriendo y se sentó en un rincón a saborear el pan recién horneado. Concentrado en comer, no se dio cuenta de que un hombre alto y robusto lo había seguido hasta allí.
Sintió la mano en su hombro y se asustó. No quería volver al orfanato, todo iba ser peor ahora que además había robado. Intentó escaparse y no pudo, se puso a llorar muy fuerte y entre lágrimas pudo ver los ojos de aquel hombre.

De repente, una imagen vino a su memoria, esos mismos ojos y esos mismos brazos lo abrazaban en la puerta de una humilde casa.  Su padre había regresado.

domingo, 15 de abril de 2018

4 de marzo de 2018                         
             
         Actriz recibió su merecido premio, vestida de una insólita manera   

                           Hollywood al desnudo


El pasado 4 de marzo Hollywood se vistió de lujo para la entrega de los Oscars, pero como tantas otras veces la realidad superó la ficción. Frente a la imponente puerta del Dolby Theatre, Killie Simons, de 28 años de edad, nominada como mejor actriz de reparto por la película Mentes Desnudas, fue protagonista de uno de los episodios más escandalosos de la historia de los Oscars.

Cuando la joven actriz intentaba descender de la limusina que la llevaba al teatro, su costoso vestido se enredó en la puerta del auto, provocando que su cuerpo quedara completamente despojado y expuesto ante millones de espectadores.

Inmediatamente un camarógrafo testigo del hecho la tapó con su saco: "No me importo la exclusividad de la foto" declaró. El héroe de la historia abrazó a la actriz tapando con su mano los flashes de las cámaras que titilaban como estrellas en el cielo.                                                               
  A pesar del inconveniente, Killie, dos veces ganadora de los premios de la Academia,  avanzó con coraje por la alfombra roja. Los miles de periodistas que se encontraban dentro del teatro se abalanzaron sobre ella, como una manada de depredadores, intentando comerse a la única presa. Robert Brown de la revista "People" le preguntó por su vestimenta en tono burlón: " ¿Quién es el maravilloso diseñador que ha tenido el honor de vestirte en esta ocasión?". Con mucha altura y sin perder la compostura, Killie  respondió que su maravilloso atuendo hacía referencia a la película por la cual estaba nominada.

La actriz continuó avanzando ante la mirada atónita de los famosos que ocupaban la sala. Testigos aseguraron verla quebrarse al llegar al sitio donde sus compañeros la esperaban. Killie sintió como  en minutos quedaba derrumbada toda una vida de fama y sueños cumplidos.

El espectáculo empezó justo a la hora estipulada. La atención de los periodistas ya no recaía en Killie. Las cámaras buscaban atentas la presencia de las grandes figuras. Hasta que el momento llegó: la película Mentes Desnudas había ganado el gran premio de la Academia.

Las luces ahora volvían a recaer sobre la gran actriz protagónica pero, para asombro de todos los espectadores, acompañados por la glamorosa canción del film, todo el elenco del largometraje despojados de su ropa se hicieron presente en el escenario.

El director del film, Cristian Ericson ,lucio su torso desnudo con ropa interior acorde a tan majestuosa gala, tomó el micrófono y agradeció el premio.

  Mentes desnudas y cuerpos desnudos eran los protagonistas de la fiesta. El público estalló en carcajadas y con un fuerte aplauso festejó este increíble, ingenioso y ocurrente acontecimiento.

Killie Simons vestida ahora de orgullo y felicidad festejó con sus compañeros de elenco y le propuso al público compartir esa alegría. Uno a uno los miembros de la academia comenzaron a quitarse alguna prenda.
Así terminó la gran fiesta de los Oscars. La elegancia y el glamour tantas veces aplaudido fue aplastado por el ingenio y la diversión.                                                                                   
Podríamos decir que esta vez la Academia se desvistió de lujo  para vestirse de creatividad.

                   Juana Capobianco. 
                                                       


Killie enfrenta a las cámaras con su atuendo salvador