El conocimiento y la Ignoranacia
En Fahrenheit 451 del autor Ray Bradbury se describe una sociedad donde la gente se cree feliz,debido a su ignorancia, es decir, se trata de una ciudad donde las personas no piensan, ni opinan, ni discuten:
En primer lugar, la gente vive muy de prisa y no tiene tiempo para detenerse a elaborar la información, ni a detenerse a pensar: "- Piensas demasiado- dijo Montag incomodo.- Casi nunca veo la televisión mural, ni voy a las carreras o a los parques de atracciones. Así, pues, dispongo de muchísimo tiempo para dedicarlo a mis absurdos pensamientos" ( pag 19) . Clarisse McClellan, era una chica a la cual era diferente al resto . En la cita textual anterior vemos como tiene una conversación con Montag acerca de sus pensamientos e ideas. La educación de la escuela se basa en que los profesores, en lugar de ser personas, son "teleprofes", unas teles donde dicen que tienen que saber sin poder tener la habilidad de preguntar ni opinar sobre un tema particular, algo que a Clarisee no le agrada mucho.
En segundo lugar, la tecnología ocupa mucho espacio en la sociedad y no deja que las personas puedan relacionarse. Las paredes ( televisores que ocupaban un gran espacio) u otros medios de comunicación impiden que las personas puedan ser felices y muestran una realidad que no existe: " Nadie escucha ya. No puedo hablar a las paredes, porque estas están chillándome a mi. No puedo hablar con mi esposa, porque ella escucha a las paredes. Solo quiero a alguien que escuche lo que tengo para decir" ( pag 92).
En tercer lugar, la comunidad conoce un pensamiento único, sin opiniones propios ni elaboraciones personales. Esto se puede relacionar con el arte, ya que cada uno al ver una obra saca sus propias conclusiones y el significado que le pareced que tiene: " Pero todos dicen lo mismo y nadie tiene una idea original.[....] Solo se trata de colores y dibujos abstractos. Y en los museos.. ¿ ha estado en ellos?. Todo es abstracto". ( pag 40 y 41).
Por lo tanto, la sociedad en Fahrenheit 451 se ve totalmente atrapada en una forma de pensar única. Nadie tiene sus conclusiones y cuando las tienen, desaparecen como Clarisse, son perseguidos como Montag o son exiliados como el grupo de profesores que eran los encargados de re construir la sociedad a través de la memoria.
martes, 6 de noviembre de 2018
sábado, 19 de mayo de 2018
El pequeño Oliver
La guerra de
1880 hizo que muchos hombres tuvieran que abandonar sus hogares. En un pueblo
de Londres un niño muy pequeño fue dejado por su madre en la puerta de un
orfanato porque no tenía recursos para mantenerlo.
Así empezó la
miserable vida de Oliver Twist. Vivió ocho años en esa, “casa”. Parecía un buen lugar al principio, pero
luego se convirtió en una cárcel para el pobre chico. Con casi diez años de edad
no sólo había sufrido maltratos, sino que nunca había recibido la alimentación
que un niño de su edad requería. También lo obligaban a limpiar diariamente cada
piso de las habitaciones del horrible lugar donde vivía. No tenía amigos ni compañeros de cuarto ya que
él, solo por el desprecio de los dueños del orfanato, habitaba en un altillo al
final de la torre. El joven no comía; con suerte, podía llegar a rescatar
alguna de las sobras de los platos que le hacían limpiar. Oliver, con la
esperanza de que algo sucedería, hizo algo de lo que jamás se arrepintió.
Una mañana
fría de invierno, el niño, que ya desde temprano había estado haciendo los
deberes en el orfanato, tuvo una magnífica idea: escaparse de ese horrible
lugar. Ya a las nueve en punto, todos estaban dormidos en la ciudad y esta era
su oportunidad perfecta para ser libre, aunque no le iba a ser fácil hacerlo ya
que lo encerraban en su cuarto con llave todas las noches. Mientras buscaba una
manera para escabullirse de ese lugar, recordó que el altillo tenía una diminuta
ventana redonda por donde él tomaba aire fresco cuando terminaba temprano sus
tareas. Ésta ventana era su única opción. Pero tenía unos dos metros de altura,
lo cual no era conveniente para él, dado que estaba muy desnutrido y podía romperse
parte de sus huesos. Pero, aun así, era inteligente y con las pocas frazadas
que tenía para cubrirse al dormir hizo una soga atando nudo con nudo. Así, ya
preparado para la huida, vestido con lo único que llevaba puesto desde que había
llegado ( una chaqueta de cuero, que ya casi no le entraba y unas bermudas),
agarro su botón de la suerte, el único objeto que tenía para entretenerse, y se
lanzó al vacío con el menor ruido posible.
Una vez
abajo, Oliver no podía creer lo que estaba sucediendo: besó el suelo con su
boca y dio marcha al rumbo de su nueva y desconocida vida. Caminaba contento
por las calles de piedra y barro, solo en el medio de la noche, con los puestos
de comida de pan cerrados. Tanta felicidad era extraordinaria y llenaba la cara
ojerosa del chico.
Pero a pesar de todo Oliver se hacía algunas
preguntas como dónde iba a pasar la noche sin que lo descubrieran. Tenía que ir
lo más lejos posible sin dejar huellas. El niño caminaba por un callejón
arrastrando sus pies contra el suelo como el cansancio lo consumía, decidió
descansar en la entrada de una adorable casa. Oliver, ya sentado contra la
puerta azul de este acogedor lugar, se quedó dormido mientras pensaba cómo sería
su vida fuera de ese orfanato.
Los ruidos
de la ciudad lo despertaron. Muchos hombres y mujeres iban y venían, mientras
los niños se entretenían mirando a músicos y acróbatas que caminaban por las
calles de pierda. El joven tenía hambre, su estómago hacía ruido y le dolía. El
olor del pan recién hecho lo llevó hacia el lugar de donde provenía el aroma y
ahí, sin que nadie lo viera, robó por primera vez.
Salió
corriendo y se sentó en un rincón a saborear el pan recién horneado.
Concentrado en comer, no se dio cuenta de que un hombre alto y robusto lo había
seguido hasta allí.
Sintió la
mano en su hombro y se asustó. No quería volver al orfanato, todo iba ser peor
ahora que además había robado. Intentó escaparse y no pudo, se puso a llorar
muy fuerte y entre lágrimas pudo ver los ojos de aquel hombre.
De repente,
una imagen vino a su memoria, esos mismos ojos y esos mismos brazos lo
abrazaban en la puerta de una humilde casa.
Su padre había regresado.
domingo, 15 de abril de 2018
4 de marzo de 2018
Actriz recibió su merecido premio, vestida de una insólita manera
El pasado 4 de marzo Hollywood se vistió de lujo para la entrega de los Oscars, pero como tantas otras veces la realidad superó la ficción. Frente a la imponente puerta del Dolby Theatre, Killie Simons, de 28 años de edad, nominada como mejor actriz de reparto por la película Mentes Desnudas, fue protagonista de uno de los episodios más escandalosos de la historia de los Oscars.
Cuando la joven actriz intentaba descender de la limusina que la llevaba al teatro, su costoso vestido se enredó en la puerta del auto, provocando que su cuerpo quedara completamente despojado y expuesto ante millones de espectadores.
Inmediatamente un camarógrafo testigo del hecho la tapó con su saco: "No me importo la exclusividad de la foto" declaró. El héroe de la historia abrazó a la actriz tapando con su mano los flashes de las cámaras que titilaban como estrellas en el cielo.
A pesar del inconveniente, Killie, dos veces ganadora de los premios de la Academia, avanzó con coraje por la alfombra roja. Los miles de periodistas que se encontraban dentro del teatro se abalanzaron sobre ella, como una manada de depredadores, intentando comerse a la única presa. Robert Brown de la revista "People" le preguntó por su vestimenta en tono burlón: " ¿Quién es el maravilloso diseñador que ha tenido el honor de vestirte en esta ocasión?". Con mucha altura y sin perder la compostura, Killie respondió que su maravilloso atuendo hacía referencia a la película por la cual estaba nominada.
La actriz continuó avanzando ante la mirada atónita de los famosos que ocupaban la sala. Testigos aseguraron verla quebrarse al llegar al sitio donde sus compañeros la esperaban. Killie sintió como en minutos quedaba derrumbada toda una vida de fama y sueños cumplidos.
El espectáculo empezó justo a la hora estipulada. La atención de los periodistas ya no recaía en Killie. Las cámaras buscaban atentas la presencia de las grandes figuras. Hasta que el momento llegó: la película Mentes Desnudas había ganado el gran premio de la Academia.
Las luces ahora volvían a recaer sobre la gran actriz protagónica pero, para asombro de todos los espectadores, acompañados por la glamorosa canción del film, todo el elenco del largometraje despojados de su ropa se hicieron presente en el escenario.
El director del film, Cristian Ericson ,lucio su torso desnudo con ropa interior acorde a tan majestuosa gala, tomó el micrófono y agradeció el premio.
Mentes desnudas y cuerpos desnudos eran los protagonistas de la fiesta. El público estalló en carcajadas y con un fuerte aplauso festejó este increíble, ingenioso y ocurrente acontecimiento.
Killie Simons vestida ahora de orgullo y felicidad festejó con sus compañeros de elenco y le propuso al público compartir esa alegría. Uno a uno los miembros de la academia comenzaron a quitarse alguna prenda.
Así terminó la gran fiesta de los Oscars. La elegancia y el glamour tantas veces aplaudido fue aplastado por el ingenio y la diversión.
Podríamos decir que esta vez la Academia se desvistió de lujo para vestirse de creatividad.
Juana Capobianco.
Killie enfrenta a las cámaras con su atuendo salvador
Actriz recibió su merecido premio, vestida de una insólita manera
Hollywood al desnudo
El pasado 4 de marzo Hollywood se vistió de lujo para la entrega de los Oscars, pero como tantas otras veces la realidad superó la ficción. Frente a la imponente puerta del Dolby Theatre, Killie Simons, de 28 años de edad, nominada como mejor actriz de reparto por la película Mentes Desnudas, fue protagonista de uno de los episodios más escandalosos de la historia de los Oscars.
Cuando la joven actriz intentaba descender de la limusina que la llevaba al teatro, su costoso vestido se enredó en la puerta del auto, provocando que su cuerpo quedara completamente despojado y expuesto ante millones de espectadores.
Inmediatamente un camarógrafo testigo del hecho la tapó con su saco: "No me importo la exclusividad de la foto" declaró. El héroe de la historia abrazó a la actriz tapando con su mano los flashes de las cámaras que titilaban como estrellas en el cielo.
A pesar del inconveniente, Killie, dos veces ganadora de los premios de la Academia, avanzó con coraje por la alfombra roja. Los miles de periodistas que se encontraban dentro del teatro se abalanzaron sobre ella, como una manada de depredadores, intentando comerse a la única presa. Robert Brown de la revista "People" le preguntó por su vestimenta en tono burlón: " ¿Quién es el maravilloso diseñador que ha tenido el honor de vestirte en esta ocasión?". Con mucha altura y sin perder la compostura, Killie respondió que su maravilloso atuendo hacía referencia a la película por la cual estaba nominada.
La actriz continuó avanzando ante la mirada atónita de los famosos que ocupaban la sala. Testigos aseguraron verla quebrarse al llegar al sitio donde sus compañeros la esperaban. Killie sintió como en minutos quedaba derrumbada toda una vida de fama y sueños cumplidos.
El espectáculo empezó justo a la hora estipulada. La atención de los periodistas ya no recaía en Killie. Las cámaras buscaban atentas la presencia de las grandes figuras. Hasta que el momento llegó: la película Mentes Desnudas había ganado el gran premio de la Academia.
Las luces ahora volvían a recaer sobre la gran actriz protagónica pero, para asombro de todos los espectadores, acompañados por la glamorosa canción del film, todo el elenco del largometraje despojados de su ropa se hicieron presente en el escenario.
El director del film, Cristian Ericson ,lucio su torso desnudo con ropa interior acorde a tan majestuosa gala, tomó el micrófono y agradeció el premio.
Mentes desnudas y cuerpos desnudos eran los protagonistas de la fiesta. El público estalló en carcajadas y con un fuerte aplauso festejó este increíble, ingenioso y ocurrente acontecimiento.
Killie Simons vestida ahora de orgullo y felicidad festejó con sus compañeros de elenco y le propuso al público compartir esa alegría. Uno a uno los miembros de la academia comenzaron a quitarse alguna prenda.
Así terminó la gran fiesta de los Oscars. La elegancia y el glamour tantas veces aplaudido fue aplastado por el ingenio y la diversión.
Podríamos decir que esta vez la Academia se desvistió de lujo para vestirse de creatividad.
Juana Capobianco.
Killie enfrenta a las cámaras con su atuendo salvador
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